Desde la Universidad Nacional de San Martín, en el Instituto de Investigaciones Biotecnológicas, un grupo de científicos trabajan con el fin de desarrollar una vacuna argentina contra el coronavirus.
A su vez, el equipo esta liderado por la investigadora del Conicet, Juliana Cassataro. “Desde abril estamos trabajando, casi todos, en forma presencial durante 12 horas por día. Muy comprometidos“, expresó Cassataro.
¿Cómo será la vacuna argentina contra el coronavirus?
La vacuna en la que están trabajando los científicos no se basa en ninguna de las plataformas que utilizan Moderna y Pfizer (con sus tecnologías ARN), o como la rusa que se aplica en el país con una “aprobación de emergencia” y que consiste en dos dosis, cada una con un vector de adenovirus diferente.
Ya se encuentra en fase 3 y se trata de inocular una proteína para que el cuerpo pueda producir los anticuerpos. No se inyecta el virus ni el material genético, sino que la proteína recubre al virus para que directamente nuestro cuerpo genere anticuerpos.
¿Cómo sigue el proceso?
“Hacer una vacuna es una frase que suena muy linda, pero no se puede lograr solamente en mi laboratorio. Lo que sí pudimos, en esta primera etapa, fue poner a punto las técnicas para estudiar su respuesta inmune”, explica la investigadora del Conicet.
“Ahora bien, para avanzar hay que transferir el prototipo a una empresa que pueda producirla con una manufactura regulada por ANMAT, lograr que se apruebe y pasar a una fase 1. Ahí seríamos parte de una cadena que lamentablemente, en la Argentina, no está conectada”, indicó Cassataro.
“En el país tenemos buenos científicos que pueden trabajar bien en un laboratorio. Tenemos también la posibilidad de ensayos clínicos (en humanos) buenísimos. Aquí se hicieron los de Pfizer y están en marcha los de una vacuna china“.
“Además, existen empresas con capacidad de producir, por ejemplo, un principio activo de la vacuna de Oxford. Los eslabones están, pero falta el envión para empezar. Y, por supuesto, como se trata de un proceso largo y muy costoso, se necesita un amplio financiamiento y una decisión política a largo plazo“, argumenta la científica.
Finalizó esperanzada: “Nosotros vamos a tardar seguramente mucho más tiempo del que la sociedad demanda en este momento, pero si estas vacunas que ahora se compraron y se están aplicando en nuestro país requieren refuerzos anuales, en un futuro estaría buenísimo poder hacerlas acá y que estas capacidades existan en la Argentina“.