En un contexto de pandemia todo se torna mucho más complicado, pero eso no impidió que Adela Sanagachi se recibiera. La historia de esta mujer de 43 años, integrante de la comunidad Qom, llegó como una muestra de esfuerzo y recompensa.
Estudiante de enfermería en la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Nacional de Formosa, Adela tenía mesa para rendir su última materia Didáctica en enfermería en mayo, pero debido a la situación global, se pasó para el 3 de julio y sería mediante una videoconferencia. Afortunadamente, todo salió bien y pudo graduarse.
“Me costó mucho llegar a esta meta. Tengo que agradecerle a mi madre más que a nadie que siempre me repetía ‘tenés que estudiar para ser alguien en esta vida'”; contó.
Ya en 2005 logró recibirse de auxiliar de enfermería, pero en 2011 debió abandonar la segunda parte de sus estudios para poder cuidar de su madre: “Tuve que dejar para acompañarla durante la diálisis. Nos mudamos para hacer el tratamiento y siempre estuve con ella. Antes de morirse, me volvió a decir que tenía que terminar la carrera. ‘Estudiá por vos’”, relató.
Durante su primer trabajo en el Centro de Salud Namqom conoció a su actual esposo Rimoteo García, otra de las personas que más la apoyó para completar sus estudios: ““Él es Agente Sanitario y además de mi mamá, es quien más me apoyó y alentó para que terminara la carrera”.
Si bien dice no haber recibido ningún tipo de discriminación, destaca la existencia de la Comisión Interétnica de Estudiantes de Pueblos Originarios, una organización estudiantil integrada por jóvenes de etnias qom, wichí y pilagá que ayudan a muchas personas que van a estudiar a la universidad.
Esta no es la única historia similar que se conoce: a finales de mayo, Jordana Duarte se convirtió en la primera abogada de la comunidad Mbya Guaraní.