Parece haber envejecido por el peso de la falta de noticias y el paso de los días, pero se mantiene firme, seguro, y demuestra gran conocimiento comunicacional. Es el hombre de quien penden las noticias sobre el ARA San Juan.
La gente lo reconoce; se ha vuelto parte de la rutina de todos los argentinos, tal vez no sea consciente de eso, de que cada palabra suya puede llevar esperanza o tristeza. Hoy estuvo por quebrarse ante una pregunta sobre los familiares del ARA San Juan, que fue su casa, y sobre el que tiene que mantener al país informado.
Seguramente muchos de los tripulantes del submarino perdido, aquellos que están hace más de diez años, han sido sus compañeros. Lo que hace mucho más difícil su tarea.
“Casado, con tres hijos, de profesión marino, submarinista y comandante del Submarino Salta”. Así se define Enrique Balbi, el Jefe del Departamento de Comunicación Institucional y jefe de prensa de la Armada Argentina, en su perfil de Facebook. Actualmente tiene el rango de Capitán de Navío y, en las últimas dos semanas, se convirtió en la cara visible de la información oficial.
Balbi es marplatense, hizo el colegio en el instituto San Alberto de Mar del Plata. Se recibió de bachiller en 1982 y, en 1984, ingresó en la Escuela Naval. Está casado con Patricia hace 28 años. Tiene tres hijos: Belén, Matías y Nicolás. Actualmente vive en Olivos.
Según su perfil profesional en LinkedIn, se especializa en actividades náuticas, deportivas, subacuáticas y cuenta con una vasta experiencia en navegación por largos períodos de tiempo. Es un especialista en submarinos: fue segundo comandante del ARA San Juan en 2004 y 2005. También lo fue del ARA Santa Cruz y Comandante del Salta en 2011. Después, se desempeñó como director de la Escuela de Submarinos y Buceos en Mar del Plata hasta 2014, cuando comenzó su actividad como Jefe de Prensa de la fuerza.
Además de los títulos navales, estudió Comunicación Institucional en la Universidad Austral Argentina. También, cursó un Magister en Gestión Universitaria, Políticas y Planeamiento Estratégico Universitario en la Universidad Nacional de Mar del Plata. Por otra parte, tiene un posgrado en Gestión del riesgo en desastres de la Universidad del Salvador.
Muchas de esas habilidades fueron destacadas por los periodistas que asistieron al Edificio Libertad el jueves pasado cuando Balbi, al que cariñosamente le dicen “Quique”, tuvo que vivir, quizás, uno de los días más difíciles: fue cuando le tocó informar que se había corroborado que el ARA San Juan había sufrido un “evento coincidente” con una explosión.
“Quique”, como le dicen cariñosamente muchos submarinistas del San Juan con los que construyó un vínculo personal de años, salió solo a ponerle la cara a la noticia. Eligió leer el párrafo más doloroso del parte y pidió “prudencia y respeto” cuando le preguntaron por las chances de sobrevida de los tripulantes.
Una de sus últimas publicaciones compartidas en el muro de su Facebook es un video que tiene como protagonista a la teniente de Fragata Eliana María Krawczyk, jefa de Comunicaciones del Submarino ARA Salta. En el posteo, Balbi afirma que la oficial “ingresó a la Armada en el 2004, y ese mismo año, cuando conoció los submarinos, decidió que ese sería su destino dentro de la fuerza. Desde un ámbito tradicionalmente masculino, alienta a todos a seguir sus sueños”, destacó.
Parece no perder nunca la calma, la postura, y los que hemos tenido la oportunidad de hablar con él por otras circunstancias, sobemos que es un hombre preocupado por cumplir con la información que debe ser pública.
Es difícil saber de el más que lo que es público, se ha convertido en una figura esperada y conocida. Nada que tenga que ver con el perfil militar, las circunstancias lo llevaron a eso.
Parece transitar el delicado equilibrio entre quebrarse de pena, como un hombre, y mantenerse firme como un vocero.
Ante las críticas a la cúpula de la Armada que circulan en cuanta red social existe, Balbi queda a salvo de ellas, cumple a la perfección y con profesionalismo la función del vocero, priorizando la información, que es poca, penosa y desesperante.