Suelen ser las abuelas las que, cada año, durante los primeros días de diciembre, recuerdan a sus familias que el 8 de diciembre hay que armar el árbol de Navidad.
La tradición, extendida por algunos países de Europa pero, sobre todo, por Latinoamérica, es relativamente moderna y católica, ya que tiene que ver con una celebración muy importante para la fe y la devoción de la Iglesia: la fiesta de la Inmaculada Concepción de la Virgen María.
Esta fiesta religiosa surgió el 8 de diciembre de 1854, cuando el Papa Pío IX promulgó un documento llamado Ineffabilis Deus a través del cual estableció como “dogma de fe” que María, la madre de Jesús, desde el instante de su concepción fue preservada por Dios del “pecado original” con el que –según la fe católica– nacen todas las personas “herederas” de aquella “mancha de desobediencia a Dios” que cometieron Adán y Eva.
La “Inmaculada Concepción de María” no tiene que ver con lo que hicieron o dejaron de hacer los padres de María para engendrarla, ni con el modo con el que la propia María concibió a Jesús, como algunos entienden. Es la creencia de que esa mujer –que fue la madre de Jesús– siempre estuvo preservada del pecado.
Devoción popular
Todo el contenido teológico y dogmático encontró sencilla acogida en la devoción popular que los fieles le dispensaron y le dispensan a la Virgen. Tanto es así que la imagen de la Inmaculada Concepción de María se convirtió rápidamente, durante las primeras décadas del siglo 20, en patrona de pueblos y ciudades de Latinoamérica.
No fue así en otros países con menos católicos. En Estados Unidos, por ejemplo, el árbol de Navidad se arma después del Día de Acción de Gracias que se celebra el cuarto jueves de noviembre.
El próximo paso del proceso que unió la fiesta de la Virgen con el armado del arbolito navideño se dio por una simple coincidencia temporal. La celebración de “la Inmaculada” se repite cada año cuando promedia el “Adviento” que es el tiempo litúrgico durante el cual la Iglesia se prepara para la Navidad. Como la Virgen es un personaje central de la Navidad no es rebuscado entender que para la piedad popular se haya encontrado en esa fiesta (que años atrás fue fijada como día no laborable y después como feriado nacional) la ocasión adecuada para armar el arbolito y el pesebre. De esa manera, con los años, la vinculación se convirtió en una tradición. Y hoy, en miles de hogares argentinos y latinoamericanos, aprovechando el feriado, las familias armarán su árbol de Navidad.
Simbolismo e historia
¿Qué relación tiene una conífera con el nacimiento de Jesús? Varias, según las tradiciones. Para algunos, el árbol de Navidad recuerda al árbol del Paraíso, de cuyos frutos comieron Adán y Eva. Para otros, el “árbol de la Vida” o de la vida eterna, porque los pinos siempre están verdes. Otros, con el árbol sagrado de los celtas que San Bonifacio (misionero del año 600) derribó y reemplazó con un pino adornado con velas y frutos, que la modernidad cambió por luces y esferas de colores.
El “primer Arbolito” en Argentina
En la Argentina se armó por primera vez en Diciembre de 1807, según relata los diarios de esa época, un irlandés que deseaba recordar las costumbres de su país, decoró un pino en una plaza pública.