Los pedidos fueron hechos ante cinco juzgados nacionales de Ejecución Penal por las defensas de internos que tienen más de 65 años o padecen enfermedades graves como cáncer, HIV, cardíacas, diabetes, entre otros. Se trata de las personas que forman parte de los grupos vulnerables ante el coronavirus y que un contagio podría agravar su cuadro. Así, para evitar esa situación pidieron continuar la detención en sus domicilios.
Las cárceles están sobrepobladas -celdas para una o dos personas con seis u ocho- y las condiciones de higiene y de atención médicas no son las mejores. “La situación es compleja y la resolución no es sencilla”, dijo una persona de Ejecución Penal que trabaja en los casos. “Las domiciliarias se pueden otorgar pero hay que verificar que en sus casas también tengan las condiciones de salud para tratar sus patologías y que cumplan con el aislamiento”, agregó. Y como ejemplo puso que a un interno con HIV hay que garantizarle la medicación en su domicilio y la atención adecuada. “Y eso no siempre ocurre por lo que a veces el mejor lugar de atención, con todas las deficiencias que puede haber, es la cárcel”, agregó.
Otro funcionario explicó que además por el contexto de emergencia sanitaria del país los trámites pueden demorar. “Al Servicio Penitenciario tenes que pedirle informes y si le mandas 150 planteos colapsa. Sumale que hay que hacer un socio ambiental en el domicilio y mucho personal no va a querer ir por el aislamiento”, explicó. Otro dato es que por la emergencia sanitaria la Corte Suprema redujo el personal de los tribunal al mínimo necesario. Por ese motivo, en la justicia de Ejecución hoy trabajan entre dos y cuatro personas.
Un tercer punto es constatar que el Ministerio de Justicia de la Nación tenga tobilleras electrónicas para todos los que puedan reciben la prisión domiciliaria. La tobillera permite controlar los movimientos y tiene un sistema que requiere que se analice si se puede instalar en todas las viviendas.
Mientras tanto, los detenidos se ponen a coser. En la cárcel de Urdampilleta en el partido de Bolívar, los hombres en los pabellones empezaron a cortar sábanas y bolsas de tela para armar sus propios barbijos. “Estamos más presos que antes. Entre los chicos nos pusimos a hacer barbijos, además pedimos a nuestras familias que no nos visiten”, dice un hombre acusado de integrar una banda de piratas del asfalto.
Por la sobrepoblación en las carceles “La situación está al límite. Se enferma uno y esto se desmadra” aseguran los presos.
Con información de Infobae