La investigación por la masacre de San Miguel del Monte todavía no puede explicar por qué los policías dispararon a mansalva contra el Fiat 147 en el que viajaban cinco adolescentes.
En el pedido de prisión preventiva para 11 de los 13 sospechosos detenidos, el fiscal de Cañuelas Lisandro Damonte habló de un ataque “injustificado, sin sospecha u objeto razonable”, y aseveró que las razones “aún no han sido debidamente acreditadas”.
Si bien la causa derribó la teoría del “accidente lamentable”, que intentaron hacer creer los policías que intervinieron en el operativo, y avanzó rápido en la identificación y detención de los principales responsables, el pacto de silencio entre los efectivos más comprometidos sigue tan fuerte como en la madrugada del lunes 30 de mayo pasado, cuando mataron a tiros a Camila López (13), Danilo Sansone (13), Carlos Aníbal Suárez (22) y Gonzalo Domínguez (14), e hirieron de gravedad a Rocío Guagliarello (13).
Mariano Alejandro Ibáñez (28) es uno de los tres policías que hasta el momento aceptaron someterse al interrogatorio, aunque su versión dejó muchas dudas. Este oficial subayudante de la Bonaerense manejaba uno de los móviles que salieron en persecución del auto de los chicos. Es uno de los más comprometidos en la causa. Se lo acusa por el delito más grave: homicidio doblemente agravado.
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“Yo estaba en la oficina de judiciales con la puerta abierta y escucho a la ayudante de guardia (N. de R.: Nadia Genaro, una de las dos mujeres que están detenidas) que modula por radio diciendo que habría un masculino que quería ingresar a una obra en construcción”, explicó sobre su intervención en el hecho.
Según su relato, Ibáñez sale de la comisaría junto a los oficiales Manuel Monreal (22) y Melina Bianco (25). A los pocos segundos escuchan por radio que se necesita apoyo para identificar a un Fiat 147. “Paré el auto entre cuatro esquinas para frenar el paso del Fiat, que venía siendo perseguido por otro móvil”, señaló el oficial, y a pedido del fiscal realizó un croquis que forma parte del expediente judicial. De acuerdo con su versión, “Monreal se baja del patrullero, hace unos pasos, desenfunda su arma e intenta parar el auto que venía en dirección hacia nosotros”. “En ese instante cerré los ojos y solo atiné a atajarme por el miedo a que nos chocara. Después escucho el auto, las cuatro explosiones, y luego la sirena del otro móvil. Como no siento nada abro los ojos y observo que el móvil seguía en persecución”, relató.
Para sorpresa de los investigadores, el conductor del patrullero aclaró que no sabe “a qué correspondieron las explosiones”. “No sé si disparó o se puso en posición de tiro o línea de disparos porque yo tenía los ojos cerrados y todo fue muy rápido. Capaz cinco segundos o menos. Después no escucho gritos ni nada”, admitió.
La oficial Bianco, tercera ocupante del móvil, estaba en el asiento trasero pero, a diferencia de Ibáñez, no cerró los ojos. La mujer policía se convirtió en la principal testigo porque fue la primera que aseguró que su compañero Monreal disparó contra el auto en el que iban los chicos. “Se para adelante como para que (el Fiat) detenga su marcha. Y como esto no ocurre, saca el arma y dispara de atrás una vez que pasó. Habrá disparado como mínimo tres veces”, contó en su indagatoria.
“Yo me quedé encerrada en el patrullero agachada, con miedo porque no tenía chaleco. Escuchaba muchos tiros, estaba muy asustada”, amplió en su indagatoria. Bianco también identificó a otro de los policías que dispararon. “Pasó también a toda velocidad el móvil de García y Ecilape. García venía disparando. Habrán sido, mínimo, dos o tres disparos, pero no vi si impactaron en el coche. Yo vi que sacó el arma”, señaló.
No mentía. Según las pericias, los disparos salieron de las armas que utilizaban García y Monreal.