Tiene 13 años. El día de la madrugada fatal le había pedido permiso a su mamá para dormir en la casa de su mejor amiga, una de las cuatro víctimas del choque.
Loana tiene la frente escondida, apoyada entre las piernas. Las manos agarrándose la nuca mientras espera sentada en una silla color naranja a un costado en la enorme sala de espera del Hospital El Cruce de Florencio Varela. Del otro lado de la puerta vaivén, en la terapia intensiva pediátrica, está su hija, que es la única sobreviviente de la persecución de San Miguel del Monte. La única que sabe lo que pasó en esa madrugada fatal.
El Fiat 147 acababa de impactar contra el camión que estaba estacionado a la vera de la ruta 3. El auto partido a la mitad, plásticos por todo el pavimento y alguien que con un hilo de voz llega a decir su nombre: “Rocío Guagliarello”. Eso fue lo último y lo único que dijo la adolescente que viajaba en ese vehículo acompañada por sus compañeros del colegio y del conductor de 22 años.
A partir de esa información Loana fue la primera en enterarse lo que había pasado con su hija. Fue la propia Policía la que le tocó el timbre de la casa a la madrugada para comunicárselo. Ella fue quien tuvo que darle la noticia a su amiga Yanina, mamá de Camila López (13), quien falleció casi en el acto. Con el correr de los minutos se enterarían luego los padres de Gonzalo Domínguez (14), Danilo Sansone (13) y Aníbal Suárez (22).
Más allá de los policías que están detenidos, Rocío es la única sobreviviente y la que sabe lo que ocurrió. Su estado de salud es grave y su vida corre peligro. Según cuentan los médicos del hospital está “con soporte respiratorio y ventilatorio” y depende de drogas vasopresoras para “mantener el equilibrio hemodinámico”.
Mientras, en la sala de espera, la familia de Rocío aguarda por novedades. Allí se turnan entre los tíos y primos que viajan más de 100 kilómetros, desde San Miguel del Monte hasta Florencio Varela, varias veces por día. Siguen las noticias desde la televisión que está dentro del buffet que tiene el hospital. Se alivian cuando se enteran que son siete los policías detenidos por el hecho. Pero afirman que las fuerzas y las energías están ahora en acompañar a la nena.
“No entendemos lo que pasó. Es como un gran rompecabezas al que le faltan muchas piezas. Nadie nos puede explicar qué es lo que motiva a estos asesinos en disparar contra los chicos. Ellos eran nenes, no hacían nada malo. Habían salido a dar una vuelta con el auto”, cuenta Lucas Sanguineti, tío de Rocío.
Según pudo reconstruir la familia, en base a lo que le dijeron fuentes del caso, las chicas estaban en la plaza Adolfo Alsina cuando llegaron Aníbal, Gonzalo y Danilo en el auto. Los adolescentes se bajaron para saludar a sus amigas y luego de un rato de charla subieron los cuatro al vehículo. Pero el auto no arrancó y los chicos tuvieron que empujarlo para que encendiera el motor. Las cámaras de seguridad mostraron cómo después de varios intentos se fueron despacio. Lo que pasó entre ese momento y el impacto final contra el camión no está claro.
“Nos llegan miles de teorías. Que al que manejaba la Policía ya lo había parado para pedirle plata, que los chicos vieron algo que no tendrían que haber visto. Pero como sea, no podemos creer lo que pasó. Cuatro chiquitos muertos, con una vida por delante y con Rocío que ahora está llena de cables, conectada por todos lados, con relojes que hacen ruidos extraños que nunca vi”, dice Lucas.
Esa última noche Rocío le había pedido permiso a su mamá para ir a dormir a la casa de Camila, su mejor amiga. Algo habitual entre ellas que, cuentan todos en Monte, eran inseparables y hacían todo unidas. La intención era ir juntas al colegio al día siguiente. Por eso habían dejado la mochila con los útiles preparados.
Sobre su salud se conocerá más este viernes al mediodía, con un nuevo parte médico. El director del centro de salud, Gabriel González Villamonte, explicó que entre los médicos hay preocupación. “La prioridad es darle todos los cuidados para superar las distintas instancias de manera adecuada”, señaló. “Son cuadros muy dinámicos, hora a hora se hacen monitoreos de los distintos cambios. Entró ventilada y sedada, por lo que no pudimos hacer una evolución de su estado neurológico hasta el momento”.
La joven tiene un traumatismo de cráneo encefálico y otro de tórax, con contusión pulmonar, que son “los de mayor prioridad”. Las fracturas que presenta, de fémur y húmero, “quedan en un segundo plano en este momento”, indicó Villamonte.
Mientras esperan que se recupere, los familiares de Rocío cuentan un dato estremecedor: el padre de la adolescente murió en un accidente de tránsito en 2007, en la misma curva donde el Fiat 147 chocó contra el camión. Fue en la Colectora 9 de Julio, a la altura del kilómetro 111 de la ruta 3.