Cerca de uno de los accesos a Dolores sobre la Ruta 2, un acto de valentía y humanidad marcó la jornada de ayer. Sergio López y su hijo Rómulo, de apenas 10 años, se convirtieron en protagonistas de una historia que, gracias a su rápida acción, tuvo un desenlace milagroso.
Todo comenzó cuando Rómulo, con su aguda percepción, notó algo extraño mientras viajaban en camioneta. “¡Papá, algo se mueve allá!”, exclamó, señalando hacia la cuneta. Sergio, intrigado, detuvo el vehículo y, al acercarse, descubrió una escena desgarradora: un hombre mayor estaba atrapado en el barro, exhausto y sin fuerzas para salir por sus propios medios.
Sin dudarlo un segundo, Sergio buscó una soga en su camioneta y descendió al barro para intentar el rescate. “Era muy difícil llegar hasta él. Me empantané hasta la cintura, pero sabía que no podía dejarlo ahí”, relató después. Con un esfuerzo que desafió las dificultades del terreno, logró sacar al hombre de 71 años de la peligrosa trampa en la que había caído.
El abuelo, que reside en un hogar privado para adultos mayores, había salido del establecimiento y, desorientado, terminó en esa situación crítica. Tras el rescate, fue trasladado al Hospital Municipal de Dolores, donde confirmaron que se encuentra fuera de peligro.
Sergio, todavía conmovido por lo ocurrido, destacó el rol clave de su hijo: “Fue un verdadero milagro. Si no fuera por la vista aguda de Rómulo, nunca lo habríamos visto. Estaba en un lugar casi invisible”.
Lo que comenzó como un viaje más en familia terminó siendo una lección de solidaridad y coraje. Sergio y Rómulo demostraron que, en los momentos más inesperados, un simple gesto puede cambiar el destino de una vida.
Hoy, el abuelo rescatado tiene una nueva oportunidad, y la historia de estos héroes dolorenses nos recuerda que los actos de amor y humanidad son el verdadero motor del mundo.