El principal acusado del crimen de Fernando Báez Sosa se refirió a su situación penitenciaria.
Ayer, en la indagatoria a los ocho acusados del crimen de Fernando Baéz Sosa, Máximo Thomsen, uno de los rugbiers más complicados, se mostró “con miedo” por las amenazas que otros presos les hacen en la cárcel. El detenido lo dijo en el marco de la estrategia de defensa que incluyó el cuestionamiento a la fiscal y la protesta contra la cobertura de los medios.
La mayoría de los imputados optaron por la misma estrategia monótona: decir exactamente lo mismo, apuntar a fallas procesales, a no ser informados debidamente para ejercer su derecho a la legítima defensa, a hablar una y otra vez de su desconfianza a la fiscal Verónica Zamboni con líneas incisivas. Apuntaron también contra Fernando Burlando, el abogado de la familia Báez Sosa, hablaron de una condena mediática mientras se victimizaban y evitaban reconocer el crimen, pedir perdón o siquiera arriesgar un gesto de arrepentimiento.
Sin embargo, uno de ellos rompió el libreto: Máximo Thomsen, el más complicado de todos.
“Quiero aclarar que en la cárcel no estamos como dicen los medios, que dicen que somos presos VIP cuando en realidad estamos toda la noche escuchando lo que nos dicen otros presos, que nos gritan que tienen precio nuestras cabezas, que Burlando los va a defender, que nos quieren violar, que vamos a ser sus señoritas. Nos gritan de todo por la ventana”.
“Hablo por mí y por todo el grupo. Tenemos todos miedo, por el tema de la cárcel, desde la ventana nos gritan cosas. Nos dicen que nos esperan, que quieren que lleguemos ahí y que todos los penales están iguales. Nosotros estamos separados de la población pero en algún momento nos van a juntar y por eso tenemos miedo”, afirmó.
Si es hallado culpable de coautor del delito de homicidio, Thomsen podría enfrentar la prisión perpetua. El Servicio Penitenciario Bonaerense está evaluando el traslado de los sospechosos hacia el penal de Campana, más cercano a las familias de los imputados.