Los padres de los rugbiers renunciaron a sus trabajos, cerraron las redes y viven escondidos

Son algunas de las medidas que tomaron tras la detención de sus hijos.

La vida de los padres de los diez rugbiers imputados por el crimen de Fernando Báez Sosa ya no es lo que era.

Las familias de Juan Guarino y Alejo Milanesi, los dos liberados por falta de certeza en las pruebas recolectadas, se refugian en sus barrios privados a la espera del proceso. Prefieren ser discretos y evitar declaraciones.

“Era común verlos al menos tres veces al día. Iban a diferentes actividades”, dijeron en el puesto de seguridad de uno de los countrys. Ahora, suelen abandonar su casa temprano y regresar luego de varias horas. No piensan en mudarse, a pesar de los rumores.

En tanto, las fotos que muestran a Juan Pedro disfrutando con su entorno familiar, publicadas en su red social, causaron la indignación de sus pares. Y las redes sociales de varios de los involucrados, de un día para el otro, fueron cerradas.

Qué pasó con las familias de los rugbiers detenidos

Las familias de los ocho jóvenes con prisión preventiva confirmada también debieron cambiar sus rutinas. “Se los ve poco”, aseguraron los comerciantes al medio Clarín. Ya no toman el café que acostumbraban en la Costanera ni frecuentan los comercios donde se los veía a diario.

Respecto a Rosalía, la madre de Máximo Thomsen, los vecinos desconfían que se haya desvinculado de su puesto en la Secretaría de Obras Públicas de la Municipalidad. Trascendió que renunció a su cargo como funcionaria, pero hay quienes afirman que trabaja desde su casa hasta que la situación se normalice.

Por su parte, la familia Pertossi cerró sus talleres de autos y motos. En el barrio, se comenta que el padre arregló una indemnización con la empresa Toyota para renunciar a su cargo. Varios familiares dieron de baja sus teléfonos fijos. Los timbres de gran parte de sus domicilios tampoco funcionan. Fueron arrancados y pegados con cinta. Las persianas permanecen bajas.


Poco a poco, los padres de los imputados se encierran cada vez más imposibilitados de explicar lo inexplicable.

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