La decisión del presidente Alberto Fernández de habilitar una hora de esparcimiento diaria a todos los ciudadanos de país, en un radio de 500 metros de distancia de los domicilios, y a partir de este lunes, puso en jaque a varios gobernadores e intendentes de grandes centros urbanos, que ven imposible la implementación de la medida y el control de la circulación de la gente durante ese lapso de tiempo.
En el caso de la provincia de Buenos Aires, el gobernador Axel Kicillof, inició una ronda de consulta con los intendentes de los 135 distritos que tiene el territorio bonaerense. A las 8 de la mañana de este domingo, junto a la ministra de Gobierno, Teresa García, comenzó a hablar con los jefes comunales del conurbano y del interior en búsqueda de un consenso para definir cómo avanzar en cada lugar.
El Gobernador y los intendentes que gobiernan las localidades más grandes del conurbano, muchas de ellas con más de 500 mil habitantes, consideran que no es viable habilitar la hora de esparcimiento en esos lugares. No confían en el autocontrol de los ciudadanos y temen que si las calles se llenan de personas – con necesidad de salir después de un mes de cuarentena – la propagación del virus puede crecer exponencialmente e implicaría un retroceso en el cuidado exhaustivo que se ha realizado hasta el momento.
En las primeras horas de la mañana del domingo Kicillof arrancó su jornada de trabajo hablando con el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta. Ambos coincidieron rápidamente en que la hora de esparcimiento es imposible de aplicar en el AMBA, la zona urbana común que forman la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y los 40 municipios del conurbano. La decisión del Presidente los puso en un lugar incómodo, porque deberán resolver en 24 horas si se puede implementar o no la medida, y en el caso de que se pueda hacer, que lugares estarían habilitados.
Durante la mañana, Kicillof habló con algunos de los intendentes del conurbano y recibió un pedido unánime para no habilitar la hora de esparcimiento. Sin embargo, el planteo fue diferente cuando habló con jefes de comunales del interior, donde el coronavirus no llegó. De los 135 municipios, hay 58 que no tuvieron casos positivos de COVID-19. Los intendentes de esas localidades le pidieron habilitar la hora de esparcimiento, pero le propusieron hacerlo con diferentes modalidades, según la cantidad de gente que vive y la zona geográfica en donde están.
Por ejemplo, hubo intendentes de la costa atlántica que le dijeron que la hora de esparcimiento se podría aprobar para que la gente salga a caminar por las playas, donde hay espacio para que tomen distancia y se mantengan alejados unos de otros. También recibió la idea de abrir esa salida en un horario pautado. Es decir, que los ciudadanos puedan salir entre las 15 y las 16 de cada día. Pinamar, por ejemplo.
Otros jefes comunales le propusieron habilitar la salida en un horario en que los comercios estén cerrados. En varios distritos del interior funciona desde hace 15 días el toque de queda y un horario estipulado para la apertura y cierre de los negocios. Diferentes ideas, distintos formatos.
Con toda esa información sobre la mesa, Kicillof decidirá que hacer al caer la noche de hoy. Su intención es sacar un decreto mañana en el que aclare en que municipios están habilitados para poder aplicar la hora de esparcimiento.
En la gobernación definen la situación de una forma muy contundente: “Es difícil de implementar, difícil de controlar y difícil de prohibir”. Por eso la idea que tienen es generar dos zonas dentro de la provincia. En la Zona 1 estarían los municipios en donde no se habilitaría la hora de esparcimiento, y en la Zona 2 en los que la gente si podría salir una hora por día a caminar cerca de sus casas. De esa forman, consideran en el gobierno bonaerense, se podría administrar la medida y flexibilizar las actividades en aquellas ciudades donde no hay circulación del virus.
En el casos de las localidades ubicadas en la Zona 2, cada intendente debería presentar el protocolo que quiere seguir en territorio y este sería aprobado por la gobernación. Así la provincia quedaría dividida en dos y cada ciudad enfocaría el control de la cuarentena de una forma específica. Medidas diferentes para realidades diferentes.
Uno de los centros urbanos grandes es la capital provincial. El intendente de La Plata, Julio Garro, por el momento se inclina por mantener las reglas estrictas del aislamiento y remarcó la importancia de que los municipios grandes que conforman la “zona de riesgo” tomen decisiones coordinadas.
Fuentes de los gobiernos de Lanús y Quilmes, localidades que conducen Mayra Mendoza y Néstor Grindetti, advirtieron que es “por demás de complicada” la implementación de la medida. Lo mismo consideran en Malvinas Argentinas, donde gobierna Leonardo Nardini , en Mar del Plata y San Nicolás ciudades gobernadas por los intendentes de Juntos por el Cambio Guillermo Montenegro y Manuel Passaglia. Cada uno hablará con el Gobierno y decidirá, en forma conjunta, qué hacer con la medida que el Presidente habilitó pero que cada gobernador, junto a sus intendentes, deberá regular.
De la misma forma piensan los intendentes Gustavo Menéndez (Merlo), Julio Zamora (Tigre), Andrés Watson (Florencio Varela) y Fernando Gray (Esteban Echeverría).