Los restos de Daniel Barrientos, el colectivero asesinado mientras trabajaba en la localidad bonaerense de Virrey del Pino, son velados en una cochería del partido de La Matanza.
El velatorio comenzó anoche después de las 20 horas en la sala funeraria Nuestra Señora del Valle de Gregorio de Laferrere.
Inesperado conflicto familiar
Andrea, la viuda del hombre asesinado expresó su dolor al no poder ingresar al velatorio: “No puedo entrar, no me deja su hija y su mamá. Yo convivía con él, fui la última persona que estuvo con él“.
Desesperada, la mujer agregó: “¿Por qué no me dejan estar con él? Un minuto pido para poder despedirlo. Sólo eso pido, poder entrar y poder verlo un minuto aunque sea, de todo lo demás ya hablé y no quiero hablar más. No entiendo qué pasa. Solamente salí a pedir justicia por su vida y no hablé de nadie“.
La viuda fue contundente: “Sé lo que era como marido y como pareja. Él hubiese querido que yo estuviese ahí en este momento”.
Una gran historia de amor
Barrientos y Andrea se conocieron hace menos de un año: él venía de enviudar y tenía un hijo adolescente de 14 años, ella estaba separada y es madre de una chica de 12 años.
“Queríamos viajar, comprar nuestra casa. Vivir lo que nos quedaba, poner un negocio. También teníamos el proyecto de irnos de Buenos Aires. Estaba muy complicado todo. No pudimos”, confesó la mujer.
Y agregó: “Últimamente, ya no quería ir a trabajar, no sé si por miedo, sino que quería disfrutar de la vida y de la familia que armamos. Él siempre me mandaba mensajes cuando llegaba y las planillas de su recorrido. Hoy justamente hizo lo mismo. Incluso, cuando llueve siempre hablamos de los frenos, de que iba a regular los frenos”.
Andrea dijo: “Después me dijo que se iba para Vernazza. Le dije que me llame cuando llegue, para que no usara el celular mientras iba manejando, y no me contestó más. Le mandé un par de mensajes y ya no me respondió. Todos los recorridos él me iba diciendo”.
La mujer cerró la charla contando: “Me enteré por gente de la empresa que lo habían matado. El hijo de él ya lo sabe. Mi nena de 12 años tiene un retraso madurativo y, aunque ella tiene a su papá, a Daniel le decía: Mi papá Dani. No sé cómo le voy a dar la noticia”.