Los ocho rugbiers condenados por la muerte de Fernando Báez Sosa pasaran muchísimo tiempo en la cárcel, por ese motivo, ya tienen un plan para evitar a los presos peligrosos.
La salvación por la fe
Conscientes de que muchos presos pueden aprovecharse de ellos o pedirles cuentas por el asesinato que cometieron, decidieron refugiarse en la religión.
Tras escuchar la condena, los jóvenes volvieron a recurrir a sus Biblias y recibirían al pastor evangélico que venía dándoles apoyo.
De hecho, durante el juicio, varios de los rugbiers se mostraron mucho más religiosos que antes: Ayrton Viollaz rezaba y se persignaba mientras su compañero Luciano Pertossi dijo durante su declaración final: “Le pido a Dios que sea algo bueno para todos”.
Una estrategia para mantenerse seguros
Los condenados buscarían, a través de la fe, ser alojados en el pabellón cristiano de la cárcel para protegerse de los presos más peligrosos.
Vecinos de Zárate confirmaron que, antes de estar en la cárcel, los rugbiers “no fueron nunca a la Iglesia, ni periódicamente a misa”.