El movimiento de camiones, colectivos y autos por la ruta 2, la principal vía de conexión entre Buenos Aires y Mar del Plata, no sólo transporta mercaderías y turistas. De acuerdo a un grupo de científicos, los vehículos también favorecen a la dispersión a lo largo de esa arteria del mosquito Aedes aegypti, el vector del dengue, la fiebre chikunguña, el Zika y la fiebre amarilla urbana.
El trabajo demuestra la “necesidad urgente” de implementar controles sanitarios en aquellas rutas en donde se produce un gran desplazamiento de personas, aseguró a la Agencia CyTA-Leloir la doctora Corina Berón, científica del CONICET en el Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Biotecnología (INBIOTEC), con sede en Mar del Plata y que cuenta con el apoyo de la Fundación para Investigaciones Biológicas Aplicadas (FIBA).
Entre 2009 y 2012, el grupo de Berón relevó especies de mosquitos existentes en Mar del Plata y alrededores, y no detectó la presencia del Aedes aegypti a pesar de que ya era una especie abundante en las ciudades de Buenos Aires y La Plata. Sin embargo, todo indica que la especie va en camino a la costa.
En 2002 el profesor Gustavo Rossi del Centro de Estudios Parasitológicos y de Vectores (CEPAVE), dependiente del CONICET y de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) – y colaboradores publicaron el registro de este mosquito por primera vez en Chascomús, a 130 km de la Capital Federal. En los muestreos de 2011, también se constató la presencia del vector en Lezama, a 39 km de Chascomús, y un año después, ya se lo encontraba en Castelli y Dolores, distante 55 km de Lezama. “En otras palabras, se observó que con el paso del tiempo las poblaciones del mosquito colonizaban localidades cada vez más hacia el sur”, indicó Berón.
La científica de Mar del Plata puntualizó que Aedes aegypti tiene un rango de vuelo en su vida que varía entre 10 y 800 metros. “Que esta población de insectos haya logrado desplazarse desde Lezama hacia Dolores, casi 60 kms, en un año indica una rápida dispersión pasiva producto del transporte humano”, enfatizó.
Para confirmar la procedencia del vector, el grado de parentesco entre sus poblaciones y su modo de desplazamiento, los investigadores realizaron un estudio del perfil genético o “haplotipo” de muestras poblacionales recogidas en diferentes localidades situadas a lo largo de la ruta 2. Para ello, extrajeron el ADN de al menos 15 mosquitos Aedes aegypti en cada una de las distintas localidades muestreadas a lo largo de la ruta, así como en Avellaneda y La Plata.
Los resultados obtenidos por medio de programas bioinformáticos específicos y publicados este año en la revista “Plos Neglected Tropical Diseases” confirmaron la presencia de dos haplotipos, el H1 y el H2. “El haplotipo H1, el más predominante en el estudio, proviene del noroeste y noreste argentino”, puntualizó Berón, quien cruzó los datos con una base de 2012 que identificó 14 de estas variantes genéticas en el país. [Ese trabajo fue liderado por otra de las autoras del nuevo estudio, la doctora Noemí Gardenal, del Instituto de Diversidad y Ecología Animal (IDEA), que depende del CONICET y de la Universidad Nacional de Córdoba.]
Trabajos previos argumentaban que los avances de las poblaciones de Aedes aegypti están asociados con el cambio climático o el fenómeno de El Niño. Pero el nuevo trabajo demuestra que el transporte humano “también tendría una gran influencia en la dispersión de ese mosquito”, afirmó Berón. De acuerdo con la investigadora, los huevos y las larvas pueden viajar, por ejemplo, depositados en lugares como plásticos que recubren mercaderías en camiones. “También se podrían desplazar como adultos en todo tipo de vehículos”, agregó.
Hasta ahora Aedes aegypti no ha sido detectado en Mar del Plata, “lo cual no significa que no esté presente. Aun cuando no estuviese en dicha ciudad ciudad, no se puede predecir con precisión cuándo llegará, dado que depende de varios factores. Para impedirlo sería necesario evitar que colonice nuevas localidades, de lo contrario podría establecerse tarde o temprano en la ciudad balnearia. Eso se puede evitar con prevención a través del cuidado del ambiente, es decir impidiendo que haya recipientes donde las hembras puedan depositar sus huevos”, explicó Berón.
Para los expertos, el control de las poblaciones de mosquitos debe basarse en la eliminación de los sitios de cría en lugares públicos y domicilios particulares, así como la aplicación responsable de insecticidas químicos y/o biológicos. Y agregaron: “En este sentido es necesario contar con programas de educación que logren concientizar a la población de que el control de las poblaciones de mosquitos vectores no es solo un problema del Estado, sino de la sociedad toda en su conjunto.”