En el mediodía de este martes Rubén Darío Castiñeiras -más conocido como El Pepo– dejó en silla de ruedas el Hospital Municipal San Roque, de Dolores, para subirse a un patrullero. De inmediato fue trasladado a la Estación de Policía Comunal de Chascomús, donde mantuvo unas breves palabras con la prensa al ingresar caminando a la dependencia policial: “(Estoy) triste. No hice nada. Mis condolencias para las familias de los chicos”, dijo, custodiado por dos efectivos, y entre los gritos de quienes se habían acercado hasta el lugar.
Pasaron diez días desde el trágico accidente en la Ruta 63, cuando volcó al mando de su camioneta Honda CRV blanca, provocando la muerte del mánager Ignacio Abosaleh y el trompetista Nicolás Carabajal, mientras que la bailarina Romina Candia resultó herida. Castiñeiras está acusado de “doble homicidio culposo y lesiones graves culposas”, y recién hoy recibió el alta luego de su internación.
Recién en la mañana del jueves 9 se conocerán los resultados de las pericias toxicológicas, tomadas sobre muestras de orina y sangre de Castiñeiras. Walter Cormace, el abogado que acompaña a Miguel Ángel Pierri en la defensa del músico, reconoció que El Pepo tomó “algunos sorbos de alcohol” en los momentos previos al grave accidente. Sin embargo, confía en que no será de “una magnitud significativa para que sea (considerado) un hecho gravoso”.
La causa está a cargo del Juzgado de Garantías N° 2 de Dolores del juez Christian Gasquet, e interviene la fiscal Verónica Raggio. Y pese a los argumentos de los abogados defensores, la hipótesis sigue siendo la misma: “Conducía a exceso de velocidad y consumiendo bebidas alcohólicas. Todo eso es la imprudencia y negligencia que provocó el resultado”, dijo el fiscal general de Dolores, Diego Escoda, en diálogo con Luis Novaresio.