Cuatro años atrás, una historia comenzó a escribirse en General Belgrano, donde las pequeñas acciones se transforman en grandes gestos. Mariano Gorosito, un transportista con alma generosa y creador del proyecto Transportando Futuro, vio en su camión algo más que un medio de trabajo: lo convirtió en un puente hacia los sueños de decenas de jóvenes que querían estudiar en La Plata.
Entre esos jóvenes estaba Joaquín Quinteros, quien en plena pandemia tuvo que mudarse para iniciar su carrera de abogacía en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Lo necesitaba todo: mesas, sillas, un espejo y, sobre todo, un impulso para su sueño. “En un auto no habría sido posible llevar tantas cosas, y saber que Mariano estaba allí ofreciéndome ayuda fue un alivio enorme”, recuerda Joaquín.
Lo que empezó como una simple mudanza gratuita fue mucho más. “El día que te recibas, me invitás un café y me mostrás el título”, les solía decir Mariano a los chicos que ayudaba. Era su forma de motivarlos, de regalarles un sueño a cambio de un pequeño compromiso. El café prometido llegó finalmente este domingo, cuando Joaquín llamó a Mariano y cumplió la palabra.
Reunidos en una confitería de General Belgrano, con el título de abogado sobre la mesa y la sonrisa compartida de dos amigos, cerraron un capítulo que quedó grabado en el corazón de ambos. “Mientras lo escuchaba hablar, no podía dejar de pensar en lo que significa ese momento. El café es lo de menos; lo importante es saber que con un granito de arena ayudé a construir algo tan grande como un título universitario”, confesó Mariano con los ojos empañados de emoción.
Para Joaquín, ese café no fue solo un agradecimiento, sino un símbolo de gratitud eterna. “Nunca voy a poder devolverle lo que hizo por mí, pero espero que mi historia inspire a otros a seguir adelante y, algún día, a ayudar como lo hizo Mariano”.
Mariano no imaginó que su primer viaje gratuito lo llevaría a recorrer tantas historias. Ya son más de 40 los estudiantes que ayudó a mudarse desde General Belgrano a La Plata. Cada viaje es un esfuerzo comunitario: los vecinos donan gasoil, otros ayudan con el mantenimiento del camión y todos confían en Mariano como si fuera de la familia. “Esto es trabajo en equipo. Sin la solidaridad de la gente, no podría hacerlo”, cuenta con humildad.
Ahora, el proyecto sigue creciendo. En enero de 2025, Mariano comenzará a transportar a una nueva camada de jóvenes que llegan a la ciudad de las diagonales con la misma ilusión que tuvo Joaquín: estudiar, crecer y cumplir sus sueños. ¿La condición? Solo una: invitarlo a un café cuando la meta esté cumplida.
Porque en un mundo donde muchas veces prima el egoísmo, historias como las de Mariano y Joaquín nos recuerdan que un pequeño gesto puede cambiar una vida. Que un camión puede ser un puente y que un café puede significar el cierre perfecto de un sueño compartido.