A más de un mes de conocerse la sentencia del juicio por el crimen de Fernando Báez Sosa que condenó a cinco de los ocho rugbiers a la pena de prisión perpetua, trascendió que son habituales las peleas entre los jóvenes condenados, quienes aún permanecen alojados en la alcaidía de Melchor Romero, aguardado saber cuál será su destino definitivo.
Fuentes cercanas al Servicio Penitenciario Bonaerense dejaron trascender que luego de conocerse el fallo final del Tribunal de Dolores, la relación entre ellos se rompió y en consecuencia, se esfumó el liderazgo que sobre el grupo ostentaba Máximo Thomsen.
Ya en el último tramo del juicio llevado a cabo durante el mes de enero en Dolores, los rugbiers comenzaron a romper el pacto de silencio que había promovido la familia de Thomsen desde que fueron detenidos en Villa Gesell.
Así, todos los condenados se encolumnaron detrás de las órdenes del abogado Hugo Tomei y mantuvieron un silencio absoluto, algo que que comenzó a romperse incluso antes de que se conocieran las condenas y que explotó luego de conocerse las sentencias condenatorias.
Incluso, familiares de algunos de los condenados se entrevistaron con varios abogados muy reconocidos para abandonar a Tomei, por cuanto están convencidos que si hubiesen tenido otra defensa, su suerte habría sido muy distinta, pero no cuentan con el dinero necesario para contratar a otro profesional.
En repetidas ocasiones se hizo público que la relación entre Thomsen y quienes supieron ser sus laderos incondicionales, pendía de un hilo.
Es que el resto de los condenados, acusan a Thomsen de ser el único responsable del asesinato de Báez Sosa y que por su culpa, todos ellos “se hundieron”, llegando inclusive a propinarle una dura golpiza.
Inmediatamente de trasladado desde Dolores nuevamente a Melchor Romero, se supo que el “ex-líder” mostró duros signos de depresión, algo que supuestamente se incrementa día a día. Incluso, se conoció una nota en la que el mismo Thomsen afirmó sentir “claustrofobia”, pidió disculpas por darle patadas al buzón (la celda donde lo alojan) y solicitó ver a un pastor y una Biblia.
Esta situación despertó las alarmas en el Servicio Penitenciario, donde el temor porque intente quitarse la vida llevó a tomar acciones precautorias.
Desde entonces, Thomsen, el joven que más golpeó a Fernando Báez Sosa, causándole la muerte por la que hoy está cumpliendo una condena perpetua, está constantemente monitoreado y asistido por médicos y psiquiatras y en las últimas horas trascendió extraoficialmente que podría ser trasladado temporalmente, siempre en calidad de detenido, a un hospital psiquiátrico a los efectos de seguir su evolución desde un centro de salud especializado.
Fuentes consultadas por INFOZONA sostuvieron que hasta el momento no existe una disposición en tal sentido, aunque coincidieron en señalar que a las máximas autoridades del SPB les preocupa el estado mental de los condenados y lo que eventualmente pudiese ocurrir entre ellos.