El empresario Alejandro Rosario Manuel Leguizamón, oriundo del distrito bonaerense de Morón, fue condenado este jueves a 50 años de prisión por el abuso sexual de cuatro de sus hijas.
La pena, que es la misma que había requerido el fiscal Pablo Masferrer, fue dictada por el Tribunal Oral en lo Criminal N° 1 de Morón, integrado por los jueces Mariana Maldonado, Claudio Chaminade y Juan Carlos Uboldi.
Apenas se conoció la sentencia, las hijas del acusado, que no estuvo presente en la sala de audiencias, estallaron en llanto.
El depravado vivía con su esposa y sus 11 hijos en una casa de Castelar Sur, donde cometió los abusos.
Cuatro de sus hijas lo denunciaron en abril de 2016. El hombre estuvo prófugo hasta el 2019, cuando fue detenido. Actualmente permanece en la Unidad Penal 39 de Ituzaingó.
“Lo mío con vos no es abuso, es incesto. Yo estoy enamorado de vos y juntos tenemos que hablar con tu mamá para que haga una terapia y lo acepte”, le había escrito en una carta a R., la mayor de las mujeres. La firmó, escribió su número de DNI, le puso la fecha y agregó: “Si querés denunciame”. Pero días después le quitó el papel y lo hizo pedazos.
Tras escribir esa carta, el testimonio de su hija Romina fue clave para avanzar en la causa, ya que fue la que finalmente se animó a denunciarlo por violación.
“Desde que tengo uso de razón fui abusada muchas veces, lo denuncié porque ya era demasiado el acoso. Me costó mucho tiempo tomar esa decisión”, contó la mujer de 31 años.
La joven trabajaba con él en la fábrica, ubicada en la zona norte del Gran Buenos Aires. Allí también la violó. Y cuando regresaban juntos, en auto, pasaba por hoteles alojamiento para proseguir con los abusos.
“No digas nada, si vos hablás me pego un tiro y le va a pasar algo a mamá”, le advertía a su hija. En la casa, los abusos eran cometidos cuando las chicas estaban solas o cuando su esposa, hoy de 56 años, se iba.
Las víctimas fueron sus hijas R., hoy de 32 años, S. (30), C. (29) y E. (27), que lloraron juntas, en medio de los aplausos de sus allegados.
En el juicio, que había empezado el 6 de septiembre, el empresario negó todo y denunció “un plan” orquestado por su familia para quedarse con su fábrica de membranas, que sigue a su nombre. Por eso, su abogada defensora había solicitado que lo absuelvan.