Los deportes y actividades físicas no tienen edad, y eso lo tiene muy claro Elisa Sampierto de Forti, quien con 85 años, no ha parado de entrenar y competir en diversas maratones.
Elisa vive en Vicente López, y sale a correr todos los días por la costanera. Si bien en cuarentena no pudo salir, se mantuvo en movimiento desde su casa, con toda la paciencia que pudo.
Cuando cumplió 72 años, Elisa se sumó a una maratón en Villa La Angostura y desde ahí, no paró más. También participó en cinco ediciones del Cruce de los Andes, entre 2013 y 2018, siempre acompañada por sus hijos y nietos, que se alternaron para no dejarla sola y vivir una experiencia única familiar. En esa travesía épica a través de los Andes, cada año Elisa hizo cien kilómetros divididos en tres días con campamento obligatorio y nunca se quejó.
“Después de tanto parate no sé si podré correr como antes –confiesa con algo de tristeza-. Pero si me dejan participar caminando velozmente, después veo cómo me siento”, cuenta Elisa, quien luego de algunas lesiones en su última carrera en Córdoba, espera poder volver cuando las condiciones sanitarias lo permitan.
Es “Ciudadana ilustre de Vicente López”, y además tiene un libro que habla de su historia titulado “Elijo vivir”, escrito por Sol Navarro. Por otra parte, “la nonna que corre”, como la conocen, es protagonista de un documental llamado “Cómo corre Elisa”. Se lo podrá ver en las plataformas digitales de los festivales Green Film Fest y Anima Film Fest entre el 10 y 17 de este mes y en las redes sociales.
En la película se la puede ver corriendo una carrera de 21 kilómetros en la región de Italia donde nació, creció y tuvo que abandonar en 1948 a sus 14 años por la guerra: los pueblos de Villa Guardia y Monticello, en la región de Lombardía, una de las más castigadas por la pandemia.
Entre subidas y bajadas pronunciadas, a los costados la gente que la ve pasar, la alienta con gran emoción. El “¡Bravo nonna, bravo!” o “¡Forza nonna!”, son la fuerza que usa para seguir. Mientras trota mira alrededor, descubre paisajes de su pasado, arquitecturas conocidas, toma agua de los bebederos.
“Creo que este es el mejor legado que puedo dejarle a mis hijos y nietos, ¿no? –se pregunta en voz alta-. Quiero que me recuerden así, brindándome hasta que pueda. La vida es un regalo muy grande y tenés que gozar y agradecer hasta el último minuto. La edad no es con la que nacimos, es lo que sentimos acá adentro”.
Elisa cuenta que correr le devolvió la vida y le dio más seguridad. Dice que antes era muy tímida, que no pensaba que podía ser una persona interesante para otros. “El running me dio amigos y mucha vida social. Me siento muy querida y mimada. Siento que ahora si se me presenta un problema, una piedra, levanto el pie y sé que lo voy a vencer”.
La nonna no quiere ser ejemplo. Según ella, sonríe buena parte del día, desayuna y sale a entrenar. “Los que trabajan en comedores o en hospitales son personas para reconocer, no yo”, aclara. Pero admite que se siente feliz cuando los jóvenes la observan con admiración.
“Una vez terminé una carrera en Salta y me abrazó un muchacho y me contó que un año atrás estaba tirado en un sillón mirado la televisión y cuando me vio corriendo cambió su manera de ver la vida y empezó a correr”, recuerda.