En las últimas horas, a la edad de 93 años, falleció Pablo Novak, el último residente de la villa Epecuén, situada cerca de Carhué, en el partido bonaerense de Adolfo Alsina.
Novak, quien iba a cumplir 94 años el próximo 25 de enero, se destacó como el testigo viviente de la historia de Epecuén, un pueblo que sufrió inundaciones en 1985, quedando sumergido bajo las aguas y convirtiéndose en un atractivo turístico tras su resurgimiento.
En reconocimiento a su papel crucial como custodio de las memorias de Epecuén, fue honrado en el 2020 con el título de Embajador Cultural y Turístico del distrito de Adolfo Alsina.
Su fallecimiento se produjo en Carhué, donde sus restos fueron velados este lunes y posteriormente serán cremados, siguiendo su expreso deseo.
El intendente de Adolfo Alsina, Javier Andrés, elogió la figura de Novak, describiéndolo como un ícono y una leyenda en la comunidad que optó por permanecer en Epecuén incluso después de la inundación, convirtiéndose en una presencia constante entre las ruinas emergentes.
“Se convirtió en un ícono porque Pablo siempre era el que iba a las ruinas cuando fue bajando el agua; lo encontrabas en un lugar donde funcionó una carnicería con su diario en la mano, su perro y su bicicleta”, expresó el intendente Andrés.
Don Pablo, quien vivía solo, había sido trasladado a Carhué durante la pandemia, pero regresó a su hogar original cerca de la chacra cuando fue posible. Su vida estuvo ligada a la actividad agropecuaria y a una fábrica de ladrillos.
A pesar de su avanzada edad, seguía compartiendo anécdotas y siendo un punto de encuentro para quienes visitaban las ruinas de Epecuén. Su legado perdurará como parte integral de la historia de la región.